Por Robert Service
Imagen tomada de https://shorturl.at/8QiNY
Apenas
había algún grupo, organización o institución que no odiara a Jruschov, pues
había ofendido al partido, a los ministerios económicos, a los generales, al
servicio diplomático, a la intelligentsia, a los gerentes y a los
organismos de seguridad. Sus logros eran innegables, en especial por lo que se
refiere a la finalización del terror y al aumento del nivel de vida general.
Pero no había perspectivas de que fueran a producirse más mejoras, y sus
alardes futurológicos, su carácter tiránico y sus reorganizaciones obsesivas
habían acabado con la paciencia de casi todos. Jruschov era un líder complejo.
Era a la vez un estalinista y un antiestalinista, un comunista convencido y un
cínico, un cobarde al que le gustaba darse autobombo y un filántropo irritable,
una fuente de problemas y una fuente de soluciones, un colega estimulante y un
pelmazo tiránico, un hombre de estado y un politicastro sin profundidad
intelectual. Sus contradicciones eran fruto de una personalidad extraordinaria
y de una época de experiencias extraordinarias.
Service,
R. (1997), Historia de Rusia en el siglo XX, Crítica, Barcelona.
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