Por Eduardo Galeano
1865
Buenos
Aires
…
Mientras
en Norteamérica la historia gana una guerra, en América del sur se desencadena
otra guerra que la historia perderá. Buenos Aires, Río de Janeiro y Montevideo,
los tres puertos que hace medio siglo aniquilaron a José Artigas, se disponen a
arrasar el Paraguay.
Bajo las sucesivas dictaduras de Gaspar
Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano,
caudillos de muy absoluto poder, el Paraguay se ha convertido en ejemplo
peligroso. Corren los vecinos grave riesgo de contagio: en el Paraguay no
mandan los terratenientes, ni los mercaderes especulan, ni asfixian los
usureros. Bloqueado desde afuera, el país ha crecido hacia adentro, y sigue
creciendo, sin obedecer al mercado mundial ni al capital extranjero. Mientras
los demás patalean, ahorcados por sus deudas, el Paraguay no debe un centavo a
nadie y camina con sus propias piernas.
El embajador británico en Buenos Aires,
Edward Thornton, es el supremo sacerdote de la feroz ceremonia de exorcismo.
Argentina, Brasil y Uruguay conjurarán al demonio clavando bayonetas en el
pecho de los soberbios.
Fuente:
Galeano, E. (1984), Memoria del fuego 2: Las caras y las máscaras, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.
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