Hacia el año -3000 el mundo egeo salió del
estancamiento en que había permanecido durante los tres milenios precedentes.
Por entonces se domesticó y empezó a cultivarse la viña y el olivo, sobre todo
en las laderas pedregosas del sur de Grecia, en las islas Cicladas y en Creta. También
por entonces se introdujo la metalurgia del cobre y, poco después, del bronce.
La actividad económica se extendió considerablemente y el intercambio entre las
diversas islas y poblados se incrementó.
Durante el milenio -III
fueron las pequeñas islas Cicladas el foco del progreso en la zona, quizá
debido a su estratégica situación, equidistantes de Anatolia, Creta y la Grecia
continental. Sus alfareros y artesanos producían y exportaban gran cantidad de
vasijas cerámicas y de copas y estatuillas de mármol. Sus comerciantes hacían
de intermediarios entre Anatolia y Grecia, y llegaban hasta Italia y Sicilia.
Al final del milenio -III, sin embargo, su cultura declinó y acabó siendo absorbida
por la pujante cultura protourbana de Creta.
Todas las potencialidades
del periodo anterior culminaron en el paso a la civilización protourbana en la
gran isla de Creta hacia -2000. Entre -2000 y -1450, aproximadamente, se
desarrolló en Creta la llamada cultura minoica. Fueron 550 años de paz y
prosperidad, durante los cuales se construyeron enormes palacios en Knosos,
Festós, Malia y otros lugares.
Los palacios minoicos
eran a la vez residencias señoriales, templos religiosos, centros sociales,
sedes de la burocracia centralizada y de la contaduría pública, y depósitos de
los excedentes agrícolas y de la producción artesanal. En sus enormes sótanos
se almacenaba el aceite, el vino y el trigo, y en ellos trabajaban los artesanos
y se realizaba el intercambio comercial. El palacio de Knosos, que era el
principal, tenía en sus sótanos depósitos de aceite con una capacidad de
240.000 litros. En el palacio y sus aledaños vivían unas 40.000 personas,
organizadas en un sistema de avanzada división del trabajo, constituyendo una
genuina cuidad.
Los palacios cretenses
constituían eficaces sistemas de redistribución de la producción en una
sociedad que todavía carecía de dinero. Además, eran los centros de un activo
comercio marítimo que abarcaba todo el Egeo y llegaba hasta Egipto.
Precisamente para registrar sus transacciones comerciales, deudas, envíos y
trueques, así como para satisfacer las necesidades de la burocracia
redistributiva, los cretenses inventaron y usaron dos sistemas de escritura: la
llamada escritura jeroglífica cretense y la escritura lineal A. Ninguna de ella
ha podido ser descifrada hasta ahora.
La cultura cretense
minoica era una cultura en cierto modo feminista y próxima al matriarcado, en
contraste con el patriarcado y el machismo posterior de los griegos clásicos.
En general, los pueblos pastores, guerreros y nómadas suelen exaltar al macho y
al patriarca, mientras que los agricultores antiguos tendían a preciar la
fecundidad por encima de todo. Sea esto como fuere, las mujeres parecen haber
gozado de una libertad y posición social muy superiores a lo que era habitual
en la época e incluso en la Grecia clásica posterior.
En la religión cretense
los dioses más importantes son diosas, sobre todo la gran Diosa Madre, diosa de
la tierra y de la fecundidad. Las sacerdotisas eran más importantes que los
sacerdotes, los cuales se vestían a veces de mujeres cuando oficiaban.
Siguiendo la tradición anatolia, la Diosa Madre paría cada año al dios de la
vegetación, que luego se convertía en su amante para volver a morir de nuevo.
Los cretenses estaban muy preocupados por los terremotos, que más de una vez
habían destruido sus palacios. Para evitarlos, se aplacaba a la gran diosa, en
su calidad de diosa de la tierra, mediante el juego con los toros, complejo
ritual religioso que incluía un espectáculo circense-deportivo, en el que
jóvenes atletas saltaban y hacían piruetas encima del toro sin herirlo de
ninguna manera (y que no tenía nada que ver con la sangrienta y cutre corrida
de toros actual).
Imagen tomada de https://bit.ly/2OtMh3l
Los cretenses vivían bien
y en paz. Dominando el mar, habiendo acabado con la piratería, alejados de los
grandes imperios hetita, babilonio y egipcio de la época, pensando quizá que el mar
que rodea a Creta constituía suficiente defensa, no temían los ataques
exteriores. Y llevándose bien unos palacios con otros y unas clases con otras,
tampoco parecían temer los ataques interiores. En cualquier caso, sus palacios
carecían por completo de fortificaciones y defensas. Los frescos pintados en
sus paredes representan mujeres elegantes (amplias faldas, chalecos ceñidos,
pechos al aire, complejo peinado) en animada conversación, hombres ágiles de
cintura estrecha, ceremonias religiosas, fiestas, juegos y jardines. Nunca se
representan armas, ni guerreros, ni muertes, ni batallas. No hubo cultura tan
pacífica y suave en toda la Antigüedad.
Hacia el -1450 una
tremenda explosión volcánica destruyó por completo la cercana isla de Thera. Al
parecer, los efectos de esta explosión fueron fatales para Creta. Probablemente
su flota quedó destruida. En cualquier caso, poco después la isla de Creta fue
conquistada y sus palacios saqueados por los invasores micénicos.
Fuente: Mosterín, J. (2006), El pensamiento arcaico, Alianza Editorial,
Madrid.
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