15/11/24

El sueño desvanecido

Por Ian Kershaw

Las ilusiones acerca de la Unión Soviética mantuvieron a muchos intelectuales esclavizados mucho después incluso de que se conocieran los horrores del estalinismo y se demostrara su realidad como algo irrefutable. Unos perdieron sencillamente cualquier espíritu crítico, cegados por la propaganda soviética en torno a la gloriosa nueva sociedad que estaba en proceso de creación. Dos de las lumbreras más notables del partido laborista inglés, Sidney y Beatrice Webb, publicaron en 1935 un embarazoso himno de alabanza al estalinismo titulado Soviet Russia: A New Civilisation? Estaban tan seguros de sus opiniones que cuando el libro fue reeditado dos años después, en el momento álgido de las purgas, fue eliminado del título el signo de interrogación. Otros, como el gran dramaturgo alemán Bertold Brecht, se limitaron a cerrar los ojos permanentemente a la realidad inhumana de la dictadura comunista al tiempo que se aferraban a la visión humanizada de la sociedad comunista utópica. A menudo los intelectuales sencillamente no quisieron reconocer la realidad de la Unión Soviética. No podían permitir que el sueño se desvaneciera. Con frecuencia fueron incapaces de abandonar su fe en el comunismo como una esperanza de la capacidad humana de crear un mundo mejor, incluso cuando se tuvieron pruebas evidentes de que el estalinismo desafiaba cualquier parodia que pudiera hacerse de esa fe.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

8/11/24

Elvis

Por Eduardo Galeano

1977

Graceland

Su manera de sacudir la pierna izquierda arrancaba alaridos a las multitudes. Sus labios, sus ojos y sus patillas eran órganos sexuales.

Elvis Presley, destronado rey del rock'n roll, es ahora un blando globo que yace en cama, con la mirada flotando ante seis pantallas de televisión. Los televisores, suspendidos del techo, están encendidos todos a la vez, en canales diferentes. Entre sueño y sueño, siempre más dormido que despierto, Elvis juega a disparar pistolas descargadas, clic, clic, contra las imágenes que no le gustan. La bola de grasa de su cuerpo recubre un alma hecha de codeína, morfina, valium, seconal, placidyl, quaalude, nembutal, valmid, demerol, elavil, eventyl, carbrital, sinutab y amytal.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

1/11/24

Ante Pavelić

Por Ian Kershaw

Imagen tomada de https://shorturl.at/1UloQ

En Croacia, estado recién creado (con la incorporación de Bosnia y Herzegovina) tras la invasión de Yugoslavia por los alemanes en abril de 1941, los nazis encontraron a terceros que se encargaron de hacer por ellos el trabajo sucio. El gobierno que instalaron al mando de Ante Pavelić, el líder de los ústache fascistas, fomentó un régimen de terror prácticamente indecible. Era un movimiento fanático que probablemente no tuviera más de unos 5.000 partidarios antes de hacerse con el poder, pero que estaba decidido a llevar a cabo la «limpieza» del país de todos los no croatas, casi la mitad de la totalidad de sus habitantes, unos 6,3 millones de personas. El objetivo de Pavelić era resolver el «problema serbio» convirtiendo al catolicismo a una tercera parte de los casi 2 millones de serbios de Croacia, expulsando a otra tercera parte y matando a la tercera parte restante. Se trataba de una locura letal.

Tal vez pueda discutirse si Pavelić estaba o no completamente en su juicio (se cuenta que guardaba una cesta llena de ojos humanos en un cajón de su escritorio a modo de souvenir). No cabe duda, eso sí, de la cordura de la mayoría de sus secuaces. Pero las atrocidades perpetradas por sus escuadrones de la muerte, que a veces llegaron a masacrar a aldeas enteras, y cuyos principales objetivos eran los serbios, los judíos y los gitanos, con el fin de eliminar toda influencia no croata, alcanzarían los abismos más profundos del horror y el sadismo. En cierta ocasión mataron a tiros a 500 hombres, mujeres y niños serbios de una pequeña localidad situada no lejos de Zagreb. Cuando las 250 personas de las aldeas vecinas se reunieron dispuestas a convertirse al catolicismo con tal de evitar ser asesinadas, seis ústache las encerraron dentro de la iglesia ortodoxa serbia y las asesinaron una tras otra golpeándolas en la cabeza con mazas erizadas de clavos. Otras orgías de muerte comportaron niveles absolutamente obscenos de humillación y tortura. Incluso en una región en la que la violencia política llevaba largo tiempo siendo endémica, nunca hasta entonces se había vivido ni de lejos una catástrofe humana de tal calibre. En 1943 los ústache habían asesinado a cerca de 400.000 personas.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

25/10/24

¿Habría podido ganar la República?

Por Ian Kershaw

¿Habría podido ganar la guerra la República? Una vez que se produjo el alzamiento, que Mola se negó a aceptar los términos de una tregua, que Franco trasladó al ejército de África de Marruecos a la Península y que los nacionales consolidaron sus primeras ganancias territoriales importantes, la victoria de la República resultaría cada vez más improbable y a mediados de 1937 era prácticamente imposible. Las divisiones y conflictos de la izquierda no beneficiaron en nada a la República. Sin embargo, no causaron su derrota. Aunque nunca con absoluta eficacia, las fuerzas gubernamentales fueron capaces gradualmente de combatir en una guerra defensiva larga. Pero en ningún momento dio la impresión de que pudieran conseguir una victoria definitiva. Quizá hubieran podido conseguirla si el carácter desigual de la intervención internacional en un conflicto que rápidamente adquiriría los perfiles de un sucedáneo de confrontación ideológica entre las fuerzas internacionales del fascismo y el comunismo, no hubiera dado una clara ventaja a los nacionales. En realidad, mientras que la ayuda soviética permitió a las fuerzas republicanas prolongar su lucha, pero poco más, las armas proporcionadas a las fuerzas nacionales rebeldes por la Italia fascista y la Alemania nazi fueron trascendentales para asegurar su éxito militar. Decisiva fue la política de no intervención de las democracias occidentales –y la determinación por parte de Estados Unidos de observar la más estricta neutralidad–, que significó que, aparte de la ayuda soviética, los republicanos tuvieran que alimentarse de migajas, mientras que los nacionales recibían regularmente suministros de armas procedentes de las potencias fascistas. Semejante desequilibrio excluiría en la práctica la victoria de los republicanos y aseguraría prácticamente el triunfo final de Franco.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

18/10/24

El terror

Por Ian Kershaw

[La de Stalin] no fue una dictadura popular. Había muchos individuos comprometidos con el régimen, idealistas y zelotes ideológicos, sí. Pero la población en general, más allá de los adoradores reales o fingidos de la figura de Stalin y de los entusiastas del régimen, fue intimidada y obligada a adoptar una actitud de truculenta calma. No se produjeron grandes turbulencias ni manifestaciones de descontento. Y, por lo que se sabe, nunca se dio ningún intento de asesinar a Stalin. El dictador era querido por muchos, pero temido por muchos más. El terror había cumplido su cometido. El terror fue el rasgo definitorio del régimen de Stalin. Nunca antes había habido un gobierno que aterrorizara a tantos de sus propios ciudadanos de una forma tan depravada y cruel.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

11/10/24

Emerson y Hawthorne

Por Noam Chomsky

Cuando estalló la guerra de Secesión, Emerson, que era el principal filósofo del momento, se entusiasmó con ella porque pensaba que quebraría las estructuras sociales y llevaría a una sociedad más libre. No es que estuviera a favor del Norte; estaba en contra de todas las apelaciones al patriotismo. Las criticaba y las denunciaba. Pero tenía la esperanza de que la guerra socavara las estructuras sociales represivas. En poco tiempo se convirtió en un gran entusiasta de la guerra. Escribió famosos poemas acerca de cómo los jóvenes de Harvard se dirigían a morir para cumplir su deber y su servicio con la Unión.

La mayoría de los intelectuales de Concord (Massachusetts), el principal centro intelectual del momento, se alinearon con Emerson; estaban muy a favor de la guerra. Hawthorne fue uno de los pocos que no lo hizo. En general, no dijo nada, pero hizo algo muy interesante: emprendió un viaje por el Sur en los últimos días de la guerra. Estaba claro que la Unión derrotaría al Sur. Visitó Washington. Escribió sobre Abraham Lincoln. No lo divinizó del modo que se consideraba adecuado en aquel momento; redactó un comentario algo crítico y algo favorable. Fue a campos de prisioneros en los que se retenía a los soldados sudistas. Habló con ellos. Escribió un gran artículo para el Atlantic Monthly, la principal revista intelectual de la época.

En el artículo decía, y estoy parafraseando, que estos jóvenes en los campos de prisioneros de sureños son solo gente corriente que fueron llamados a la batalla en una causa que creían que era justa. Tenemos que tratarlos con dignidad, como seres humanos honorables. En general, ofreció una imagen muy comedida de la victoria. No reclamaba ninguna proclamación entusiasta y triunfalista por nuestra gran victoria y nuestros magníficos líderes. Fue crítico y circunspecto, taciturno.

El Atlantic aceptó publicar el artículo. Pero si lo lees, está interpolado con comentarios de los editores criticando a Hawthorne por lo que dice. No alababa a Lincoln lo suficiente y era demasiado favorable a esos soldados sureños prisioneros.

Es un artículo humano y decente, y Hawthorne recibió duros ataques por él. De hecho murió poco después. No sabemos cuáles fueron las repercusiones, pero la diferencia entre él y Emerson es muy evidente.

Fuente: Chomsky, N. (2022), Resistencia, Pasado y Presente, Barcelona.

4/10/24

La geografía

Por Eduardo Galeano

En Chicago, no hay nadie que no sea negro. En pleno invierno, en New York, el sol fríe las piedras. En Brooklyn, la gente que llega viva a los treinta años merecería una estatua. Las mejores casas de Miami están hechas de basura. Perseguido por las ratas, Mickey huye de Hollywood.

Chicago, New York, Brooklyn, Miami y Hollywood son los nombres de algunos de los barrios de Cité Soleil, el suburbio más miserable de la capital de Haití.

Fuente: Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI, México, D.F.

27/9/24

La objetividad

Por Noam Chomsky

¿Qué podemos decir de la objetividad? Es una noción curiosa. En primer lugar, no deberíamos pretender que somos observadores neutrales y ya está. Cada ser humano tiene un punto de vista; si no tienes una opinión de las cosas, no eres humano, no tienes un cerebro activo. Si eres un periodista o académico serio, lo que hace es presentar con claridad tu punto de vista, de modo que tus lectores puedan entenderlo y compensarlo, y luego tienes que procurar ser lo más preciso que puedas acerca de lo que sucede.

Si para ti lo importante son los derechos de los poderosos, muy bien, dilo claramente y escribe a partir de esta perspectiva. Si tu punto de vista es que lo importante son los derechos de los que sufren y los oprimidos, exprésalo claramente y luego describe la situación con la máxima precisión que puedas, sin recortar nada.

La objetividad pura no es más que una noción sin sentido en las ciencias. Ningún físico nuclear aborda cada artículo que lee con una objetividad pura, como si no tuviera ciertas convicciones sobre el tema. Vaya, es que es ridículo. Hace poco leí una discusión entre un grupo de científicos de renombre sobre lo que es una partícula, el concepto más crítico de la física. Tienes muchas opiniones diferentes y la gente discute acerca de ellas. De cualquier forma que observen un experimento, estarán influidos por su punto de vista. Es física fundamental.

Supón que observamos la guerra de Siria. Está claro que tendrás tu propia opinión, pero esto no significa que no puedas ser un buen periodista objetivo, tal como era Robert Fisk, o como Patrick Cockburn, Charles Glass, Jonathan Steele y muchos otros. Todos tienen sus respectivos puntos de vista.

Fuente: Chomsky, N. (2022), Resistencia, Pasado y Presente, Barcelona.

20/9/24

El mundo continúa

Por Eduardo Galeano

1900

San José de Gracia

Hubo quien gastó los ahorros de varias generaciones en una sola parranda corrida. Muchos insultaron a quien no podían y besaron a quien no debían, pero nadie quiso acabar sin confesión. El cura del pueblo dio preferencia a las embarazadas y a las recién paridas. El abnegado sacerdote pasó tres días y tres noches clavado en el confesionario, hasta que se desmayó por indigestión de pecados.

Cuando llegó la medianoche del último día del siglo, todos los habitantes del pueblo de San José de Gracia se prepararon para bien morir. Mucha ira había acumulado Dios desde la fundación del mundo, y nadie dudó de que era llegado el momento de la reventazón final. Sin respirar, ojos cerrados, dientes apretados, las gentes escucharon las doce campanadas de la iglesia, una tras otra, muy convencidas de que no habría después.

Pero hubo. Hace rato que el siglo veinte se ha echado a caminar y sigue como si nada. Los habitantes de San José de Gracia continúan en las mismas casas, viviendo o sobreviviendo entre las mismas montañas del centro de México, para desilusión de las beatas, que esperaban el Paraíso, y para alivio de los pecadores, que encuentran que este pueblito no está tan mal, al fin y al cabo, si se compara.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

13/9/24

El poderoso cero

Por Eduardo Galeano

Hace cerca de dos mil años, el signo del cero fue grabado en las estelas de piedra de Uaxactún y en otros centros ceremoniales de los mayas.

Ellos habían llegado más lejos que los babilonios y los chinos en el desarrollo de esta llave que abrió paso a una nueva era en las ciencias humanas.

Gracias a la cifra cero, los mayas, hijos del tiempo, sabios astrónomos y matemáticos, crearon los calendarios solares más perfectos y fueron los más certeros profetas de los eclipses y otras maravillas de la naturaleza.

Fuente: Galeano, E. (2016), El cazador de historias, Siglo XXI, Ciudad de México.

6/9/24

¿Qué es la vida?

Por Philip Roth

Entonces recordó algo que ella había escrito en sexto o séptimo curso, antes de que fuese al instituto de Morristown. A sus compañeros de clase en la escuela Montessori les hicieron diez preguntas sobre su «filosofía», una por semana. La primera semana la maestra les preguntó: «¿Por qué estamos aquí abajo?». En lugar de responder como los demás niños que estamos aquí para hacer el bien, para convertir el mundo en un lugar mejor, etcétera, Merry respondió con su propio interrogante: «¿Por qué hay monos aquí abajo?». Pero la maestra consideró inadecuada esta respuesta y le pidió que, en casa, reflexionara más seriamente sobre el particular. «Desarrolla el tema», le pidió. Merry se fue a casa, hizo lo que le pedían y al día siguiente entregó otra frase: «¿Por qué hay canguros aquí abajo?». Ésa fue la primera ocasión en que uno de sus maestros informó a Merry acerca de su «testarudez». La última pregunta formulada a la clase era «¿Qué es la vida?», y Merry respondió algo que hizo reír a sus padres aquella noche. Según la niña, mientras sus compañeros se esforzaban por expresar unos pensamientos falsamente profundos, ella, tras pensar una hora en su pupitre, escribió una sola frase nada trivial: «La vida no es más que un breve periodo de tiempo durante el que una está viva».

Fuente: Roth, P. (1997), Pastoral americana, Random House Mondadori, México, D.F.

30/8/24

Intuitivamente evidente

Por Noam Chomsky

El anarquismo me parece indiscutible. ¿Por qué deben existir estructuras de autoridad? Toda estructura de autoridad, jerarquía o dominio tiene la obligación de probarse; tiene que demostrar que es legítima. Quizá pueda; de lo contrario, debe desmantelarse. Es de una obviedad irrefutable. Y éste es el tema esencial del anarquismo: identificar estructuras de poder y dominio, desde una familia patriarcal hasta un sistema imperial y todo lo que haya entre medio, y exigir que se justifiquen. Si no pueden, que es lo habitual, hay que desmantelarlos a favor de un sistema más libre, cooperativo y participativo. Me parece intuitivamente evidente.

Fuente: Chomsky, N. (2017), Malestar global, Sexto Piso, Madrid.

23/8/24

La gran diosa Soledad

Por Philip Roth

«Mi querida y estúpida Merry, todavía más estúpida que tu estúpido padre, ni siquiera hacer volar edificios a bombazos sirve de ayuda. Uno está solo tanto si hay edificios como si no. No hay ninguna protesta que formular contra la soledad, y todos los atentados con bombas de la historia no pueden ni siquiera mellarla. El más letal de los explosivos fabricados por el hombre no puede afectarla. No sientas un temor reverencial por el comunismo, idiota hija mía, sino por la soledad ordinaria, cotidiana El 1.° de mayo puedes desfilar con tus amigos para su mayor gloria, la superpotencia de las superpotencias, la fuerza que las aplasta a todas. Invierte tu dinero en ello, apuesta por ello, ríndele culto, inclínate sumisamente no ante Karl Marx, mi hija tartamudeante, enojada, idiota, no ante Ho Chi Minh y Mao Tse-Tung, ¡sino ante la gran diosa Soledad!»

Fuente: Roth, P. (1997), Pastoral americana, Random House Mondadori, México, D.F.

16/8/24

La fabricación de papelones

Por Eduardo Galeano

Fue la mayor expedición militar de toda la historia del mar Caribe. Y el mayor fiasco.

Los dueños de Cuba, despojados, desalojados, proclamaban desde Miami que iban a morir peleando por la devolución, contra la revolución.

El gobierno norteamericano les creyó, y sus servicios de inteligencia demostraron, una vez más, que no merecían ese nombre.

El 20 de abril de 1961, tres días después del desembarco en la Bahía de Cochinos, los héroes, armados hasta los dientes, apoyados por barcos y aviones, se rindieron sin pelear.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires. 

9/8/24

Zhong Xiang

Por Jacques Gernet

Durante el desastre de los años 1126-1138, la región del lago Dongting en el Hunan sufre a la vez las incursiones jürchen, las exacciones de una administración corrompida y los pillajes de un ejército local medio oficial y medio privado creado para luchar contra los invasores y que evoca nuestras «grandes compañías» de la Edad Media. En 1130 estalla una sublevación campesina, dirigida por un tal Zhong Xiang que tiene aptitudes de caudillo guerrero, de mago y de curandero. Se atribuyen a Zhong Xiang estas palabras subversivas: «La ley separa lo de arriba y lo de abajo, el rico y el pobre. Publicaré una ley que obligará a que lo de arriba y lo de abajo, el rico y el pobre sean iguales». No tarda en ser capturado y ejecutado. Pero sus tropas aumentan y se hacen fuertes en las marismas del lago. La rebelión inicialmente destructora e igualitarista de Zhong Xiang se convierte en simple bandolerismo. Para reducir este absceso que entorpece la organización de la defensa contra los jürchen, se organiza una amplia operación de represión que dura hasta 1135 y cuya dirección se confía en el último año al célebre general Yue Fei.

Fuente: Gernet, J. (1999), El mundo chino, Crítica, Barcelona.

2/8/24

Iván el Terrible

Por Eduardo Galeano

Iván el Terrible nació en 1530.

Para educar al pueblo en la fe cristiana, erigió en Moscú el gran templo de San Basilio, que sigue siendo el hermoso símbolo de la ciudad, y para perpetuar su cristiano poder envió al Infierno a unos cuantos pecadores, sus rivales, sus parientes:

arrojó a los perros al príncipe Andrei y al arzobispo Leonid;

asó vivo al príncipe Piotr;

partió a golpes de hacha a los príncipes Aleksander, Repnin, Snuyon, Nikolai, Dimitri, Telepnev y Tiutin;

ahogó en el río a su primo Vladimir, a su cuñada Aleksandra y a su tía Eudoxia;

envenenó a cinco de sus siete esposas,

y de un bastonazo mató a su hijo, el preferido, el que llevaba su nombre, porque se le parecía demasiado.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires. 

26/7/24

Tramposos, pero sinceros

Por Eduardo Galeano

El 14 de abril de 1997, la revista Sports Illustrated publicó una reveladora encuesta, dirigida por el prestigioso médico Bob Goldman, sobre el tema de las drogas en los deportes olímpicos.

La revista garantizó el anonimato a los atletas, que dijeron la verdad sin temor a las consecuencias.

La pregunta era:

¿Aceptaría usted recibir una sustancia prohibida si le aseguraran que ningún control podrá detectarla y que usted ganará todas las competencias?

Dijeron sí: 159 atletas.

Dijeron no: 3.

Fuente: Galeano, E. (2016), El cazador de historias, Siglo XXI, Ciudad de México.

19/7/24

Las lágrimas

Por José Saramago

Entre el río Jordán y el mar lloran las viudas y los huérfanos, es una antigua costumbre suya, para eso son viudas y huérfanos, para llorar, después todo se reduce a esperar el tiempo de que los niños crezcan y vayan a una guerra nueva, otras viudas y otros huérfanos vendrán a relevarlos, y si mientras tanto han cambiado las modas, si el luto, de blanco, pasó a ser negro, viceversa, si sobre el pelo, que se arrancaba a manojos, se pone ahora una mantilla bordada, las lágrimas son las mismas, cuando se sienten.

Fuente: Saramago, J. (1991), El Evangelio según Jesucristo, Santillana, México, D.F.

12/7/24

El patrimonio invisible

Por Gabriel García Márquez

Sólo faltaba entonces la enumeración minuciosa de los bienes morales. Haciendo un esfuerzo supremo –el mismo que hicieron sus antepasados antes de morir para asegurar el predominio de su especie– la Mamá Grande se irguió sobre sus nalgas monumentales, y con voz dominante y sincera, abandonada a su memoria, dictó al notario la lista de su patrimonio invisible:

La riqueza del subsuelo, las aguas territoriales, los colores de la bandera, la soberanía nacional, los partidos tradicionales, los derechos del hombre, las libertades ciudadanas, el primer magistrado, la segunda instancia, el tercer debate, las cartas de recomendación, las constancias históricas, las elecciones libres, las reinas de la belleza, los discursos trascendentales, las grandiosas manifestaciones, las distinguidas señoritas, los correctos caballeros, los pundonorosos militares, su señoría ilustrísima, la corte suprema de justicia, los artículos de prohibida importación, las damas liberales, el problema de la carne, la pureza del lenguaje, los ejemplos para el mundo, el orden jurídico, la prensa libre pero responsable, la Atenas sudamericana, la opinión pública, las elecciones democráticas, la moral cristiana, la escasez de divisas, el derecho de asilo, el peligro comunista, la nave del Estado, la carestía de la vida, las tradiciones republicanas, las clases desfavorecidas, los mensajes de adhesión.

No alcanzó a terminar. La laboriosa enumeración tronchó su último vahaje. Ahogándose en el mare mágnum de fórmulas abstractas que durante dos siglos constituyeron la justificación moral del poderío de la familia, la Mamá Grande emitió un sonoro eructo y expiró.

Fuente: García Márquez, G. (1962), Todos los cuentos, Debolsillo, Buenos Aires.

5/7/24

La mala racha

Por Eduardo Galeano

Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción.

Fuente: Galeano, E. (1989), El libro de los abrazos, Siglo XXI, Madrid.