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24/5/24

La unidad de nuestro mundo

Por Jacques Gernet

En las regiones comprendidas entre India e Irán, las influencias helenísticas habían permanecido lo suficientemente vivas como para marcar fuertemente el arte budista que, simbólico en sus orígenes, acabó convirtiéndose en figurativo. Este arte con una mezcla de influencias indias, griegas e iranias se difundió desde las cuencas del Indo y del Ganges hasta los oasis de Asia Central, alcanzando a partir de ahí China del norte, Corea y Japón. El lejano recuerdo de la estatuaria griega que conservan en sus pliegues, sus poses y sus caras algunas estatuas budistas de China y del Japón constituye una de las pruebas más hermosas de la unidad de nuestro mundo.

Gernet, J. (1999), El mundo chino, Crítica, Barcelona.

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