Por Noam Chomsky
[David
Barsamian:] En octubre de 1998, justo seis meses antes de su muerte en
Islamabad Eqbal Ahmad dio una charla en el MIT sobre el papel de los
intelectuales. Dijo: «Tenéis que estar dispuestos a asumir riesgos». Se refería
a los intelectuales. La otra cosa que dijo es: «Amar a la gente es primordial».
Eqbal
era íntimo amigo mío, pero no estoy completamente de acuerdo con lo que dice.
En primer lugar, no corremos grandes peligros por adoptar posturas disidentes,
ni siquiera por participar en actividades de resistencia. Es verdad que hay
riesgos, pero son insignificantes en comparación con los que corre la mayoría
de la población mundial. Te critican, te ridiculizan, te difaman. Quizá no
puedas ir a las cenas y fiestas apropiadas. Pero, ¿son eso riesgos? Piensa en
cómo vive la mayoría del planeta. A los intelectuales se los llama así porque
son privilegiados, no porque sean muy listos ni sepan mucho. Hay mucha gente
que sabe más y es más lista, pero no es intelectual porque no tiene ese
privilegio. Los que reciben el nombre de intelectuales son privilegiados.
Disponen de recursos y oportunidades, y se ha conseguido suficiente libertad
como para que el Estado no tenga una capacidad ilimitada de coacción. Es cierto
que tiene cierta capacidad de coacción, pero no demasiada, mucho menos de lo
que la gente dice. A veces ocurren cosas inadmisibles–a alguno lo echan del
trabajo–, pero, en general, los peligros que corren los privilegiados son
mínimos. Por tanto, no creo que se trate de asumir riesgos. Se trata de ser
honesto.
¿Amar a la gente? Sí, por supuesto, o, al
menos, comprometerse con ella y con sus necesidades.
Fuente:
Chomsky, N. (2007), Lo que decimos, se hace, Península, Barcelona.
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