Por Eduardo Galeano
Miles
de muertos sin sepultura deambulan por la pampa argentina. Son los
desaparecidos de la última dictadura militar.
La dictadura del general Videla aplicó en
escala jamás vista la desaparición como arma de guerra. La aplicó, pero no la
inventó. Un siglo antes, el general Roca había utilizado contra los indios esta
obra maestra de la crueldad, que obliga a cada muerto a morir varias veces y
que condena a sus queridos a volverse locos persiguiendo su sombra fugitiva.
En la Argentina, como en toda América, los
indios fueron los primeros desaparecidos. Desaparecieron antes de aparecer. El
general Roca llamó conquista del desierto a su invasión de las tierras
indígenas. La Patagonia era un espacio vacío, un reino de la nada,
habitado por nadie.
Y los indios siguieron desapareciendo
después. Los que se sometieron y renunciaron a la tierra y a todo, fueron
llamados indios reducidos: reducidos hasta desaparecer. Y los que no se
sometieron y fueron vencidos a balazos y sablazos, desaparecieron convertidos
en números, muertos sin nombre, en los partes militares. Y sus hijos
desaparecieron también: repartidos como botín de guerra, llamados con otros
nombres, vaciados de memoria, esclavitos de los asesinos de sus padres.
Fuente:
Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.
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