Por Eduardo Galeano
1975
Cabimas
…
Por
las orillas del lago de Maracaibo pasó el petróleo y se llevó los colores. En
este basurero, sórdidas calles, aire sucio, aguas aceitosas, vive y pinta
Rafael Vargas.
No crece la hierba en Cabimas, ciudad
muerta, tierra vaciada, ni quedan peces en sus aguas, ni pájaros en su aire, ni
gallos que alegren sus madrugadas, pero en los cuadros de Vargas el mundo está
de fiesta, respira la tierra a pleno pulmón, estallan de frutas y flores los
verdísimos árboles, y prodigiosos peces y pájaros y gallos se codean de igual a
igual con la gente.
Vargas casi no sabe leer ni escribir. Bien
sabe, sí, ganarse la vida, como carpintero, y como pintor ganarse la limpia luz
de sus días: venganza y profecía de quien no pinta la realidad que conoce sino
la realidad que necesita.
Fuente:
Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.
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