Por Agustín Pániker
Tanto
budismo como jainismo reaccionaron frente al ritualismo brahmánico, rechazaron
el carácter revelado del Veda, se opusieron a la ideología de clases
socioespirituales, negaron una primera causa inteligente y no persiguieron la
prosperidad o la felicidad mundanal, sino lo incondicionado. Los dos colectivos
poseen una orden de monjes renunciantes y célibes, adoran a sus santos y
maestros y centran su ética en la no-violencia. Ambos sistemas se basan en la
perfección alcanzada por sus maestros, nacidos humanos comunes que, tras
renunciar a sus reinos y obtener la iluminación, alcanzaron la perfección del nirvāṇa.
Por eso a ambos se les llamó indistintamente jina, buddha o śramaṇa.
Jainismo y budismo encabezaron, en definitiva, sendas heterodoxias, una
palabra que en la India es preferible a la de herejía.
No obstante, aun cuando comparten una
posición semejante y sus enseñanzas tienen muchos puntos en común, sus
doctrinas también difieren notablemente. Si la vía enseñada por el Buddha fue
el Camino Medio, Mahāvīra propugnó un camino mucho más duro y estricto. De
hecho, el rechazo del tapas por parte del Buddha acabó por erigirse como
la principal diferencia entre los śramaṇas bauddhas y los śramaṇas
nirgranthas. La personalidad del Buddha, tal y como aparece en los textos, es
la de un hombre afable, casi cándido. El Buddha permitía incluso que se le
invitase a comer. Eso era algo impensable para un tapasvin como Mahāvīra;
una concesión a la vida-en-el-mundo altamente perniciosa. Indudablemente, el
Jina fue un hombre menos proclive que el Buddha a sermonear e interactuar con
la gente-del-mundo. Los textos budistas suelen ironizar bastante sobre la
insistencia de los nirgranthas en el ascetismo. Por su parte, las referencias
jainistas no cesaron de criticar el enfoque excesivamente mentalista y hasta
ilusionista de los budistas. Un verso famoso satiriza la vida monástica budista
en estos términos:
«Una cama blanda, comida y bebida, apuestas,
y al final de todo, la liberación.»
Desde el punto de vista jainista la vía
budista es casi la del hedonismo; es decir, la del denostado materialismo
(Lokāyata), sinónimo de la ignorancia. Los jainas consideran que el Buddha
flaqueó en su empeño y propuso una vía mucho más dulce y fácil, que, con el
tiempo, llevaría a una laxitud y relajación de las normas fatal para su orden
de monjes.
Además, hablando con propiedad, el budismo
se inició con la predicación del Buddha. De ahí que sus discursos estén
marcados por un claro rechazo a otras doctrinas. En cambio, Mahāvīra no fue el
primero en exponer la doctrina jainista. Él aceptó el dharma que había
adquirido por tradición familiar o por simpatía. Si el Buddha tuvo que formar
una comunidad, Mahāvīra tuvo que reorganizarla. A nivel filosófico hallamos
oposiciones notables. Si los budistas sostenían la irrealidad del espíritu
–doctrina del anātman–, los jainistas mantenían su realidad. Como
advirtió el profesor Radhakrishnan, las teorías del espíritu y el conocimiento,
tan peculiares del jainismo y tan distintas de las de los budistas, no pudieron
surgir la una de la otra.
Fuente:
Pániker, A. (2000), El jainismo, Kairós, Barcelona.
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