3/1/19

El ombligo

No por feo dejo de admirar de reojo a las más guapas, y en mi caso guapa equivale a cuerpo curvado. El rostro es un misterio que varía según la cantidad de maquillaje o de luz, pero los cuerpos cambian más lentamente y –a corto plazo– podemos decir que son constantes. Ana es bella porque tiene curvas y porque no le hace falta polvo en el rostro, pero no deja de sentirse rara o incluso fea. Ayer me confesó que su ombligo no está en el medio.
–Mi ombligo no está en el medio –dijo.
–Hmmmm… ¿Tienes alguna duda de que tu columna vertebral va por el medio? – le pregunté.
–No, ninguna duda –contestó Ana, con ojos expectantes.
–Está bien. Midamos la distancia de la columna al ombligo rodeando tu cintura, por ambos lados. Si la distancia por la derecha es igual que por la izquierda, tu ombligo está en el medio.
–Está bien.
Me fui del dormitorio en busca de una cinta métrica que hallé en el cajón del escritorio del cuarto de estudio. Al volver Ana me esperaba sosteniéndose la blusa por encima del ombligo. Con cierto temblor en los dedos deslicé la cinta por su cintura de piel brillante, desde el huesito de la columna hasta el ombligo, por su lado izquierdo… y midió veintiocho centímetros. Enseguida repetí el procedimiento por el otro lado… y midió veintisiete centímetros. No supe qué decir. Ana me arrancó la cinta de las manos y se midió por su cuenta, solo para llegar al mismo resultado: veintiocho centímetros por un lado y veintisiete por el otro. Salió del dormitorio arrojando la cinta, que dibujó en el piso de cerámica un espiral alargado.

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