Ashoka reinó durante cuarenta años, entre
-272 y -232. Tras acceder al trono, su primera preocupación fue la
consolidación y ampliación del gran imperio que heredaba de su padre y abuelo.
El principal obstáculo que se oponía a la extensión del imperio a todo el
subcontinente indio era el reino de Kalinga, en la costa oriental
(aproximadamente al actual estado de Orissa), que bloqueaba el comercio hacia
el sur tanto por mar como por tierra. En -260 Ashoka lanzó todo su ejército a
una durísima guerra de conquista de Kalinga. Al final de una larga campaña
logró anexionar Kalinga, pero detrás quedaban cientos de miles de muertos,
heridos y deportados, así como destrucciones y miserias sin cuento. Ashoka,
asqueado de los horrores de la guerra y la violencia, sufrió una crisis
espiritual que le llevó a acabar convirtiéndose al budismo y a predicar la paz,
la tolerancia y la no-violencia, en resumen, el Dharma.
Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/A%C5%9Boka#/media/File:Brahmi_pillar_inscription_in_Sarnath.jpg
Ashoka promulgó numerosos edictos a favor del amor y el respeto a todas las criaturas. Hizo inscribir
esos edictos en rocas y pilares de piedra por todo el subcontinente indio.
Prohibió la carnicería y la caza. A lo largo de los caminos, construyó fuentes
donde pudieran beber los caminantes y abrevar los animales y mandó plantar
árboles frondosos para que dieran sombra a las criaturas. Fundó por doquier
hospitales para atender a todo tipo de animales, humanos y no humanos. Un
edicto sobre roca registra (en cuatro lenguas distintas) una impresionante
confesión del más grande y poderoso emperador indio de todos los tiempos. El
texto de la inscripción comienza así:
Ocho
años después de su consagración como rey, el rey amigo de los dioses, Priyadarsi [otro nombre de Ashoka), ha
conquistado Kalinga. 150 000 personas han sido deportadas, 100 000 personas han
sido asesinadas y un número mayor han muerto. Después de haber conquistado
Kalinga, el amigo de los dioses ha empezado a seguir el Dharma, a amar el Dharma,
a enseñar el Dharma. El amigo de los dioses siente remordimientos desde que
conquistó Kalinga. Cuando se conquista un país independiente, se produce la
matanza y la cautividad de mucha gente. El amigo de los dioses está
entristecido y pesaroso por ello.
Después de insistir en
los horrores de la guerra y la violencia, Ashoka continúa:
Hoy
en día el amigo de los dioses estaría apesadumbrado incluso si el número de
asesinados, muertos y cautivos de la campaña de Kalinga hubiera sido cien o mil
veces menor de lo que fue. Incluso si alguien no se porta bien con él, él está
dispuesto a perdonar, al menos en la medida en que se trate de algo que pueda
ser perdonado... El amigo de los dioses desea a todos los seres la seguridad,
el autodominio, la ecuanimidad y la felicidad. El amigo de los dioses considera
que la principal de todas las victorias es la victoria del Dharma, y esta
victoria ya la ha conseguido, tanto aquí como en todas las fronteras, e incluso
más allá, como a 500 leguas dentro del reino del griego Antiokhos [...] Esta
alegría procede de la victoria del Dharma. Pero esa alegría no es todo. Aún más
grande es el beneficio representado por lo que se gana para el otro mundo.
Este texto del Dharma ha sido grabado en
piedra para que mis hijos y nietos no piensen en nuevas victorias, y para que
en su propia victoria prefieran la paciencia y la aplicación suave de la
fuerza, y para que no consideren como victoria sino la victoria del Dharma, que
vale para este mundo y para el otro. Que toda su alegría sea la alegría del
Dharma, que vale tanto para este mundo como para el otro.
La grandeza moral de esta
confesión por parte de un emperador victorioso es indudable, y única en la
historia. Ashoka se convirtió al budismo y cambió de vida. Sustituyó las
antiguas cacerías por peregrinaciones a los lugares sagrados del budismo, como
confirman diversas inscripciones. Intervino activamente en los asuntos de la
sangha (comunidad) budista, a la que dedicó varios edictos, en los que
expresaba su deseo de hacer mantener la disciplina monástica. Y terció en las
discusiones que tenían lugar dentro de la secta, señalando los sermones de Buda
que debían ser estudiados con prioridad. Era una época de disputas entre los
seguidores de la tradición antigua, la theravada
(theravāda, en pali, o sthaviravāda, en sánscrito), por un
lado, y los renovadores y heterodoxos, que iban provocando cismas, por otro.
Ashoka tomó partido a favor de la theravada e hizo convocar el Concilio de
Pataliputra, en el que el canon pali (el conjunto de los textos budistas
admitidos como auténticos) fue fijado. Además impulsó la difusión del budismo
fuera de su propio imperio, enviando a uno de sus hijos, Mahendra, como
embajador y misionero budista a Sri Lanka, que desde entonces se convirtió en
un bastión del budismo.
A pesar de su gran
afinidad personal con el budismo, Ashoka nunca trató de imponerlo a sus
súbditos. Por el contrario, practicó constantemente la tolerancia respecto a
todas las sectas y escuelas. Le irritaba el fanatismo y dogmatismo de que hacían
gala muchos sectarios, que no veían el bien más que en su propia secta. En el
edicto sobre roca número 7, Ashoka proclama en varias lenguas: «El rey amigo de
los dioses Priyadarsi quiere que todas las sectas puedan establecerse en todos
los lugares, pues todas buscan el autodominio y la pureza del alma...». En el
edicto sobre roca número 12:
El
rey amigo de los dioses Priyadarsi honra a todas las sectas, tanto a los monjes
como a los laicos, con liberalidades y honores variados. Pero el amigo de los dioses
no concede tanta importancia a las donaciones o a los honores como al progreso
en lo esencial de todas las sectas. El progreso en lo esencial, en el fondo,
consiste en la moderación del lenguaje, de modo que todos se abstengan de
alabar a su propia secta o de denigrar a las otras sectas con exageración, y
que, si lo hacen, lo hagan moderadamente. Incluso conviene rendir homenaje a
las otras sectas en cada ocasión... .
Ashoka estaba convencido de que en el
fondo todas las sectas predicaban lo mismo, el orden cósmico y moral o Dharma.
El Dharma de que habla Ashoka constantemente en sus edictos no es el Dharma
budista, sino precisamente ese fondo común, aceptable tanto para budistas como
para brahmanes, para jainas como para ajivikas. Precisamente a estos últimos
hizo donación de grutas artificiales, para que se establecieron en ellas.
El embajador griego en
Pataliputra, Megasthenes, calificaba en sus escritos como filósofos a los
ascetas y seguidores de todas las sectas y señalaba que estaban exentos de impuestos.
Ashoka pensaba que en el fondo todas las sectas perseguían lo mismo, el Dharma,
y que sus discusiones y reyertas se debían a estrechos dogmatismos y a un
exagerado aprecio de tradiciones y ceremonias propias. Ashoka era contrario a
todo tipo de ceremonias litúrgicas, que él consideraba supersticiosas e
inútiles, cuando no crueles e inmorales, como las que comportaban sacrificios
de animales, y así lo proclamaba en sus edictos. También pensaba que al
verdadero Dharma no se llega por los dogmas o las reglas, sino por la
meditación:
El
progreso del Dharma entre los humanes se obtiene solamente de dos maneras, por
las reglas del Dharma y por la meditación. Pero en realidad las reglas cuentan
poco, lo que más cuenta es la meditación. Yo he establecido las reglas del
Dharma que prohíben matar ciertas clases de animales y muchas otras reglas.
Pero es por la meditación como se ha obtenido el mayor progreso del Dharma con
vistas a la conservación de los seres y a la abstención de matar a los animales
[...] Veintisiete años después de mi consagración como rey he ordenado hacer
grabar esta inscripción sobre pilares de piedra o superficie de roca, de manera
que permanezca inscrita durante mucho tiempo.
El concepto de Dharma
desarrollado y predicado por Ashoka reunía aquellas mínimas nociones morales
comunes que estaban en la base de todas las escuelas y sectas de la India de su
tiempo, y que constituían el orden cósmico y moral: los hijos deben obedecer y
respetar a los padres y superiores, y estos deben ser suaves con sus
inferiores. Todos deben decir siempre la verdad y buscar el autodominio y la
liberación de su alma. Por lo demás, hay que practicar la tolerancia con las
otras sectas y escuelas, así como la meditación, y dejarse de inútiles
ceremonias. Sobre todo hay que practicar el respeto y amor a la vida en todas
sus manifestaciones, la ahimsa
(no-violencia) hacia los demás humanes y animales. En sus edictos, Ashoka se
jactaba de amar a todos sus súbditos como a sus hijos, de plantar árboles
frutales y plantas medicinales y de excavar pozos a la vera de los caminos,
para que caminantes y animales encontrasen sombra, alimento, remedios y agua.
Una parte importante del Dharma es la ahimsa
o no-violencia respecto a las demás criaturas vivas del universo. En esto aparece
Ashoka (al igual que antes de él Buda y Mahavira) como un gran precursor del
actual movimiento ecologista y de conservación de la naturaleza. Como él mismo
proclamaba: «A los bípedos y a los cuadrúpedos, a las aves y a los peces he
hecho mucho favores y buenas obras e incluso les he salvado la vida».
El edicto 5.° sobre
pilares contiene una larga lista de especies protegidas de animales a los que
se prohíbe cazar, matar, castrar, maltratar, etc. Incluso la cocina de palacio
fue reduciendo su dieta carnívora progresivamente, contribuyendo así
decisivamente a la difusión del vegetarianismo en la India. Como se lee en un
edicto sobre roca:
Antes
en la cocina del rey amigo de los dioses Priyadarsi cada día se mataban cientos
de miles de animales para las comidas; pero ahora, en el momento en que se
graba en la roca el presente texto del Dharma, ya no se mata para cada comida
más que a tres animales: dos pavos reales y una gacela, y la gacela no siempre.
E incluso estos tres animales dejarán de matarse en lo sucesivo.
Ashoka hizo cambiar la
vida de la corte, sometiéndola al Dharma. En vez de guerras de conquista, paz.
En vez de cacerías, peregrinaciones. En vez de grandes ceremonias, ayuda al
pueblo, a los enfermos, a los caminantes, a todos los animales. En vez de la
carnicería, el vegetarianismo. En vez de la dureza, la dulzura. En vez del
dogmatismo, la tolerancia. Incluso creó un cuerpo especial de inspectores del
Dharma (Dharma-mahāmātra) encargados
de recorrer el país con plenos poderes del emperador, predicando las virtudes
del Dharma y corrigiendo posible abusos.
De todos modos, no hay
que pensar que Ashoka se transformara en un puro pacifista. No desmanteló el
gran ejército imperial, sino que lo mantuvo preparado y entrenado, por si
acaso, y aunque ya no lo utilizó para más guerras de conquista, no por eso
renunció a la anexión de Kalinga. No abolió la pena de muerte para ciertos
crímenes, aunque concedió tres días de gracia a los condenados y ordenó que se
tratase bien a los presos. Fue al mismo tiempo un idealista y un realista. Con
su noción del Dharma trató de unir armónicamente una sociedad sacudida por
múltiples tensiones y conflictos ideológicos. Él lo logró, pero a su muerte el
imperio comenzó a disgregarse. A pesar de todo, Ashoka es el único gran emperador
que ha merecido pasar a las páginas de una historia del pensamiento, y es la
figura a la que mira la India actual cuando quiere rememorar el momento de su
pasado de máximo esplendor, a la vez político y espiritual.
Fuente: Mosterín, J. (2007), India, Alianza Editorial, Madrid.
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