Por Eduardo Galeano
Hace
cerca de dos mil años, el signo del cero fue grabado en las estelas de piedra
de Uaxactún y en otros centros ceremoniales de los mayas.
Ellos habían llegado más lejos que los
babilonios y los chinos en el desarrollo de esta llave que abrió paso a una
nueva era en las ciencias humanas.
Gracias a la cifra cero, los mayas, hijos
del tiempo, sabios astrónomos y matemáticos, crearon los calendarios solares
más perfectos y fueron los más certeros profetas de los eclipses y otras
maravillas de la naturaleza.
Fuente:
Galeano, E. (2016), El cazador de historias, Siglo XXI, Ciudad de
México.
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