Por Noam Chomsky
Cuando
yo era niño había un campo de prisioneros de guerra junto a la secundaria.
Continuamente surgían conflictos entre los alumnos sobre la cuestión de
molestar a los prisioneros. Los alumnos no podían atacarlos físicamente, porque
estaban protegidos por una cerca, pero les arrojaban cosas y los agredían
verbalmente. A algunos nos parecía abominable y nos oponíamos, pero éramos
pocos.
Fuente:
Chomsky, N. (1994), Secretos, mentiras y democracia, Siglo XXI, México, D. F.
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