Por Bertrand Russell
Se
dirá que la alegría de la aventura mental debe ser rara, que pocos pueden
apreciarla, y que la educación ordinaria no puede tener en cuenta un bien tan
aristocrático. No lo creo. La alegría de la aventura mental es mucho más común
en los jóvenes que en los hombres y mujeres adultos. Entre los niños es muy
común y surge naturalmente cuando fingen y fantasean. Es rara en la edad adulta
porque se hace todo lo posible para matarla durante la educación. Los hombres
temen al pensamiento como no temen a nada en la tierra: más que la ruina, más
incluso que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario,
destructivo y terrible; el pensamiento es despiadado con los privilegios, las
instituciones establecidas y los hábitos cómodos; el pensamiento es anárquico y
no tiene ley, indiferente a la autoridad, descuidado de la sabiduría probada del
pasado. El pensamiento mira hacia el abismo del infierno y no tiene miedo. Ve
al hombre, una mota débil, rodeado de insondables profundidades de silencio, y
sin embargo orgulloso, impasible como si fuera el señor del universo. El
pensamiento es grande, veloz y libre, la luz del mundo y la principal gloria
del hombre.
Fuente:
Russell, B. (1916), Why Men Fight, Routledge, London. (La traducción es
mía)
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