Por Eduardo Galeano
Corría
el año 1964, y el dragón del comunismo internacional abría sus siete fauces
para comerse a Chile.
La publicidad bombardeaba a la opinión
pública con imágenes de iglesias quemadas, campos de concentración, tanques
rusos, un muro de Berlín en pleno centro de Santiago y guerrilleros barbudos
llevándose a los niños.
Hubo elecciones.
El miedo venció. Salvador Allende fue
derrotado. En esos días de dolor, yo le pregunté qué era lo que le había dolido
más. Y Allende me contó lo que había ocurrido ahí nomás, en una casa vecina, en
el barrio de Providencia. La mujer que allí se deslomaba trabajando de cocinera,
limpiadora y niñera a cambio de un sueldito, había metido en una bolsa de
plástico toda la ropa que tenía y la había enterrado en el jardín de sus
patrones, para que no la despojaran los enemigos de la propiedad privada.
Fuente:
Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI, México, D.F.
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