Por Roberto Bolaño
Imagen tomada de https://bit.ly/2MynjTd
Según el forense, Mónica había sido
violada anal y vaginalmente, aunque también le encontraron restos de semen en
la garganta, lo que contribuyó a que se hablara en los círculos policiales de
una violación «por los tres conductos». Hubo un policía, sin embargo, que dijo
que una violación completa era la que se hacía por los cinco conductos.
Preguntado sobre cuáles eran los otros dos, contestó que las orejas. Otro
policía dijo que él había oído hablar de un tipo de Sinaloa que violaba por los
siete conductos. Es decir, por los cinco conocidos, más los ojos. Y otro
policía dijo que él había oído hablar de un tipo del DF que violaba por los
ocho conductos, que eran los siete ya mencionados, digamos los siete clásicos,
más el ombligo, al que el tipo del DF practicaba una incisión no muy grande con
su cuchillo y luego metía allí su verga, aunque, claro, para hacer eso había
que estar muy taras bulba. Lo cierto es que la violación «por los tres
conductos» se extendió, se popularizó en la policía de Santa Teresa, adquirió
un prestigio semioficial que en ocasiones se vio reflejado en los informes
redactados por los policías, en los interrogatorios, en las charlas off the
record con la prensa.
Fuente: Bolaño, R. (2004), 2666, Anagrama, Barcelona.
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