Se dice que la mayoría de ecuatorianos
somos buenos o somos honestos, pero a mí me parece que la verdad es la contraria,
la mayoría es mala, la mayoría es falsa. Supongo que tamaña divergencia de
opiniones se debe a que la mayoría se juzga en relación al individuo promedio,
mientras que yo juzgo en relación a un individuo modelo, a Buda por ejemplo. Al
lado de Buda todos somos malos. No es difícil mostrar que la mayoría es mala. En
mi entorno familiar es evidente la maldad, y no creo que se trate de una
familia anómala. Mi papá es malo porque no piensa en los pobres, y aun cuando
acepta que la situación del pobre es dura, no cree que debamos hacer nada para
ayudarlo. A mi mamá sí le dan lástima los pobres y hasta los ayuda
caritativamente, pero también es mala porque destroza con insultos al pobre que
la engaña. (Los vecinos no tienen opinión de papá, pero de mamá suelen decir
que es una gran persona. Eso pasa porque sólo conocen su lado amable. No saben
de su hipocresía, de sus puñaladas traperas.) Casi todos están de acuerdo en
que mi hermana es buena, pero yo sé que es mala porque un día se burló de mi
debilidad. Mi cuñado también es malo, pues a los feos les dice feos y a los
tontos les dice tontos. Mi tío es sin ninguna duda el peor de la familia, el
más mentiroso, el peor padre, el peor esposo. (¡Y más de una mujer lo adora!) Yo
soy el menos malo de la familia. Yo sí pienso en los pobres y no me importa que
me engañen porque sé que no tuvieron las oportunidades que yo tuve, y no me
burlo de los débiles, y no les digo feos a los feos ni tontos a los tontos, y
miento poco. Pero así como mis familiares no se dan cuenta de sus fallos,
tampoco notan mis virtudes. Son malos pero no saben que son malos, y como no
reconocen su maldad, tampoco entienden mi bondad.
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13/6/19
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