Por Jesús Mosterín
Somos
sistemas físicos, partes del Universo, pero no partes cualesquiera: somos (o
podemos llegar a ser) partes conscientes del Universo y, por tanto, partes de
la conciencia cósmica. La conciencia cósmica es la conciencia distribuida del
Universo (la «conciencia divina», si se quiere hablar metafóricamente). Cuando
nuestro cerebro piensa, decimos que nosotros pensamos. Nuestro cerebro es parte
nuestra, pero nosotros somos partes del Universo y, por tanto, nuestro cerebro
es parte del Universo. Cuando pensamos en el Universo con nuestro cerebro, el
Universo se piensa a sí mismo en nuestro cerebro. Nuestros pensamientos son
chipas «divinas», chispas de la conciencia cósmica. Es posible que otras
criaturas inteligentes piensen también en el Universo en algún otro lugar en la
vasta inmensidad del espaciotiempo, pero no lo sabemos. Si existen, ellos son
también partes de la conciencia cósmica distribuida, participantes, como
nosotros, en la autoconciencia universal. No sabemos si existen. Por si acaso,
desde aquí les envío un saludo.
Fuente:
Mosterín, J. (2013), Ciencia, filosofía y racionalidad, Gedisa,
Barcelona.
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