10/1/25

China y Roma

Por Jesús Mosterín

El Imperio Han del Este fue contemporáneo del Imperio Romano. Entre ambos imperios se aprecian semejanzas, aparte de las cronológicas. El Imperio Romano siempre estaba amenazado por los pueblos bárbaros germánicos del norte. El Imperio Han tenía sus fronteras septentrionales igualmente amenazadas por los nómadas de la estepa del norte, como los yuezhi y los xiongnu. Para protegerse de esa amenaza, los chinos construyeron y reconstruyeron la Gran Muralla China. Los romanos fortificaron el limes, sobre todo en el Rin y el Danubio. También había notables diferencias. Toda la cultura china tenía un sabor «de tierra adentro», frente al marítimo del mundo mediterráneo greco-romano clásico. El emperador chino –fuera de las audiencias solmenes y las ceremonias– vivía aislado del mundo, en su palacio, rodeado de sus mujeres y concubinas y de los eunucos. La importancia de los eunucos en la corte china contrasta con su ausencia en la romana. Los emperadores romanos tenían un carácter más militar; los chinos, más civil. En China nunca existió el concepto de la ciudad-estado o pólis; tampoco el de pueblo (populus). China desconocía la elección de los altos cargos que practicaba Roma. Y Roma ignoraba lo que era una burocracia profesional concienzudamente preparada y seleccionada mediante exámenes, como la china.

Mosterín, J. (2007), China, Alianza Editorial, Madrid.

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