13/12/24

¡Éste no soy yo!

Por Philip Roth

Penetrar en el interior del prójimo era una habilidad o capacidad que el Sueco no poseía. No tenía la combinación de esa cerradura. A quien presentaba los signos de la bondad lo tomaba por bueno; a quien presentaba los de la lealtad lo tomaba por leal; a quien presenta los de la inteligencia lo tomaba por inteligente. Y por eso no había logrado ver el interior de su hija, de su esposa, de la única amante que había tenido, y probablemente ni siquiera había empezado a ver su propio interior. ¿Qué era él, despojado de todas las señales que emitía? La gente estaba en pie por todas partes, gritando: «¡Éste soy yo! ¡Éste soy yo!». Cada vez que uno les miraba, se levantaban y le decían quién era, y a decir verdad no tenían más idea que él de qué o quiénes eran. También creían en las señales que emitían. Deberían estar en pie y gritar: «¡Éste no soy yo! ¡Éste no soy yo!». Lo harían así si fuesen honestos. «¡Éste no soy yo!» Entonces uno podría conocer la manera de avanzar a través de las centelleantes tonterías de este mundo.

Fuente: Roth, P. (1997), Pastoral americana, Random House Mondadori, México, D.F.

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