31/5/24

El miedo y la codicia

Por Eduardo Galeano

Cuando el gobierno de Francia decidió, en mayo del 98, reducir la semana laboral de 39 a 35 horas, dando así una elemental lección de cordura, la medida desató clamores de protesta entre empresarios, políticos y tecnócratas. En Suiza, que no tiene problemas de desempleo, me tocó asistir, hace algún tiempo, a un acontecimiento que me dejó turulato. Un plebiscito propuso trabajar menos horas sin disminuir los salarios, y los suizos votaron en contra. Recuerdo que no lo entendí, confieso que sigo sin entenderlo todavía. El trabajo es una obligación universal desde que Dios condenó a Adán a ganarse el pan con el sudor de su frente, pero no hay por qué tomarse tan a pecho la voluntad divina. Sospecho que este fervor laboral tiene mucho que ver con el terror al desempleo, aunque en el caso de Suiza el desempleo sea una amenaza borrosa y lejana, y con el pánico al tiempo libre. Ser es ser útil, para ser hay que ser vendible. El tiempo que no se traduce en dinero, tiempo libre, tiempo de vida vivida por el placer de vivir y no por el deber de producir, genera miedo. Al fin y al cabo, eso nada tiene de nuevo. El miedo ha sido siempre, junto con la codicia, uno de los dos motores más activos del sistema que otrora se llamaba capitalismo.

Fuente: Galeano, E. (1998), Patas arriba, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

24/5/24

La unidad de nuestro mundo

Por Jacques Gernet

En las regiones comprendidas entre India e Irán, las influencias helenísticas habían permanecido lo suficientemente vivas como para marcar fuertemente el arte budista que, simbólico en sus orígenes, acabó convirtiéndose en figurativo. Este arte con una mezcla de influencias indias, griegas e iranias se difundió desde las cuencas del Indo y del Ganges hasta los oasis de Asia Central, alcanzando a partir de ahí China del norte, Corea y Japón. El lejano recuerdo de la estatuaria griega que conservan en sus pliegues, sus poses y sus caras algunas estatuas budistas de China y del Japón constituye una de las pruebas más hermosas de la unidad de nuestro mundo.

Gernet, J. (1999), El mundo chino, Crítica, Barcelona.

17/5/24

Paulo Freire

Por Eduardo Galeano

Noviembre

28

 Imagen tomada de https://shorturl.at/4rX7y

En el año 2009, el gobierno de Brasil pidió disculpas a Paulo Freire. Él no pudo agradecer el gesto, porque llevaba doce años de muerto.

Paulo había sido el profeta de una educación solidaria.

En sus comienzos, daba clases bajo un árbol. Había alfabetizado a miles y miles de obreros del azúcar, en Pernambuco, para que fueran capaces de leer el mundo y ayudaran a cambiarlo.

La dictadura militar lo metió preso, lo echó del país y le prohibió el regreso.

En el exilio, Paulo anduvo mucho mundo. Cuanto más enseñaba, más aprendía.

Hoy, trescientas cuarenta escuelas brasileñas llevan su nombre.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

10/5/24

Johannes Kepler

Por Eduardo Galeano

Noviembre

16

Como era muy miope, no tuvo más remedio que inventar lentes que fundaron la óptica moderna y un telescopio que descubrió una estrella nueva.

Y como era muy mirón, mirando un copo de nieve en la palma de su mano vio que el alma del hielo era una estrella de seis picos, seis, como seis son los lados de las celdillas de las abejas en los panales, y con los ojos de su razón vio que la forma hexagonal sabe usar el espacio de la mejor manera.

Y en el balcón de su casa vio que no era circular el viaje de sus plantitas en busca de la luz, y dedujo que quizá tampoco era circular el viaje de los planetas alrededor del sol, y su telescopio se puso a medir las elipses que describen.

Viendo, vivió.

Cuando dejó de ver murió, en este día de 1630.

La lápida de Johannes Kepler dice:

Medí los cielos. Ahora, las sombras mido.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

3/5/24

La fabricación de enfermedades

Por Eduardo Galeano

¿Buena salud? ¿Mala salud? Todo depende del punto de vista. Desde el punto de vista de la gran industria farmacéutica, la mala salud es muy saludable.

La timidez, pongamos por caso, podía resultar simpática, y quizás atractiva, hasta que se convirtió en enfermedad. En el año 1980, la American Psychiatric Association decidió que la timidez es una enfermedad psiquiátrica y la incluyó en su Manual de Alteraciones Mentales, que periódicamente ponen al día los sacerdotes de la Ciencia.

Como toda enfermedad, la timidez necesita medicamentos. Desde que se conoció la noticia, los grandes laboratorios han ganado fortunas vendiendo esperanzas de curación a los pacientes apestados por esta fobia social, alergia a la gente, dolencia médica severa...

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.