21/11/25

Sahagún

Por Eduardo Galeano

1583

Tlatelolco

Solaestoy, solaestoy, canta la torcaza.

Una mujer ofrece flores a una piedra hecha pedazos:

–Señor –dice la mujer a la piedra–. Señor, cómo has sufrido.

Los viejos sabios indígenas ofrecen su testimonio a fray Bernardino de Sahagún: «Que nos dejen morir», piden, «ya que han muerto nuestros dioses».

Fray Bernardino de Ribeira, natural de Sahagún: hijo de san Francisco, pies descalzos, sotana de parches, buscador de la plenitud del Paraíso, buscador de la memoria de estos pueblos vencidos: más de cuarenta años lleva Sahagún recorriendo comarcas de México, el señorío de Huexotzingo, la Tula de los toltecas, la región de Texcoco, para rescatar las imágenes y las palabras de los tiempos pasados. En los doce libros de la Historia general de las cosas de la Nueva España, Sahagún y sus jóvenes ayudantes han salvado y reunido las voces antiguas, las fiestas de los indios, sus ritos, sus dioses, su modo de contar el paso de los años y de los astros, sus mitos, sus poemas, su medicina, sus relatos de épocas remotas y de la reciente invasión europea... La historia canta en esta primera gran obra de la antropología americana. 

Hace seis años, el rey Felipe II mandó arrancar esos manuscritos de manos de Sahagún, y todos los códices indígenas por él copiados y traducidos, sin que dellos quede original ni traslado alguno. ¿Dónde habrán ido a parar esos libros sospechosos de perpetuar y divulgar idolatrías? Nadie sabe. El Consejo de Indias no ha respondido a ninguna de las súplicas del desesperado autor y recopilador. ¿Qué ha hecho el rey con estos cuarenta años de la vida de Sahagún y varios siglos de la vida de México? Dicen en Madrid que se han usado sus páginas para envolver especias.

El viejo Sahagún no se da por vencido. A los ochenta años largos, aprieta contra el pecho unos pocos papeles salvados del desastre, y dicta a sus alumnos, en Tlatelolco, las primeras líneas de una obra nueva, que se llamará Arte adivinatoria. Luego, se pondrá a trabajar en un calendario mexicano completo. Cuando acabe el calendario, comenzará el diccionario náhuatl-castellano-latín. Y no bien termine el diccionario...

Afuera aúllan los perros, temiendo lluvia.

Fuente: Galeano, E. (1982), Memoria del fuego I. Los nacimientos, Siglo XXI, México, D.F.

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