Lo más leído el último año

20/6/25

La única estrategia

Por Noam Chomsky

No sabemos nada sobre la naturaleza humana. Si somos racionales, nos damos cuenta de que existe; y de que sin duda existen restricciones biológicas muy importantes sobre nuestra manera de pensar, de actuar y de conceptualizar el mundo, sobre lo que podemos imaginar y sobre nuestros temores y nuestras esperanzas, etc. Pero, sobre su contenido real, nos dice más una novela que la ciencia. Lo que te mueve es la esperanza. Creo que nadie lo ha formulado mejor que Gramsci en su famosa frase: «debería haber un pesimismo del intelecto y un optimismo de la voluntad». Ésa es la única estrategia razonable.

Fuente: Chomsky, N. (1993), Crónicas de la discrepancia, Visor, Madrid. 

13/6/25

Tituba

Por Eduardo Galeano

En América de sur había sido cazada, allá en la infancia, y había sido vendida una vez y otra y otra, y de dueño en dueño había ido a parar a la villa de Salem, en América de norte.

Allí, en ese santuario puritano, la esclava Tituba servía en la casa del reverendo Samuel Parris.

Las hijas del reverendo la adoraban. Ellas soñaban despiertas cuando Tituba les contaba cuentos de aparecidos o les leía el futuro en una clara de huevo. Y en el invierno de 1692, cuando las niñas fueron poseídas por Satán y se revolcaron y chillaron, sólo Tituba pudo calmarlas, y las acarició y les susurró cuentos hasta que las durmió en su regazo.

Eso la condenó: era ella quien había metido el infierno en el virtuoso reino de los elegidos de Dios.

Y la maga cuentacuentos fue atada al cadalso, en plaza pública, y confesó.

La acusaron de cocinar pasteles con recetas diabólicas y la azotaron hasta que dijo que sí.

La acusaron de baila desnuda en los aquelarres y la azotaron hasta que dijo que sí.

La acusaron de dormir con Satán y la azotaron hasta que dijo que sí.

Y cuando le dijeron que sus cómplices eran dos viejas que jamás iban a la iglesia, la acusada se convirtió en acusadora y señaló con el dedo a ese par de endemoniadas y ya no fue azotada.

Y después otras acusadas acusaron.

Y la horca no paró de trabajar.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

6/6/25

La guerra de guerrillas

Por Mario Bunge

La guerra de guerrillas se viene practicando desde hace siglos, ora contra invasores extranjeros, ora contra el propio Gobierno de los combatientes. Tal como reza la vieja historia, allí donde los guerrilleros se llaman a sí mismos «luchadores por la libertad», sus adversarios les llaman «terroristas». Los movimientos guerrilleros son moralmente justificables en la medida que tengan objetivos legítimos, no agredan a civiles y no haya a la vista medios pacíficos para derrocar a un Gobierno opresivo. Estas condiciones las cumplieron los revolucionarios estadounidenses, los españoles que combatieron a los invasores napoleónicos, los filipinos y portorriqueños que combatieron las fuerzas invasoras norteamericanas, los centroamericanos que lucharon contra dictadores respaldados por Estados Unidos durante gran parte del siglo XX y los sudafricanos que combatieron el régimen del apartheid. En cambio, el requisito de abstenerse de hacer daño a los civiles ha sido violado sistemáticamente por los pistoleros del IRA y de ETA, razón por la que al final los primeros han quedado tan desacreditados que tuvieron que negociar y finalmente disolverse.

Fuente: Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.