25/10/24

¿Habría podido ganar la República?

Por Ian Kershaw

¿Habría podido ganar la guerra la República? Una vez que se produjo el alzamiento, que Mola se negó a aceptar los términos de una tregua, que Franco trasladó al ejército de África de Marruecos a la Península y que los nacionales consolidaron sus primeras ganancias territoriales importantes, la victoria de la República resultaría cada vez más improbable y a mediados de 1937 era prácticamente imposible. Las divisiones y conflictos de la izquierda no beneficiaron en nada a la República. Sin embargo, no causaron su derrota. Aunque nunca con absoluta eficacia, las fuerzas gubernamentales fueron capaces gradualmente de combatir en una guerra defensiva larga. Pero en ningún momento dio la impresión de que pudieran conseguir una victoria definitiva. Quizá hubieran podido conseguirla si el carácter desigual de la intervención internacional en un conflicto que rápidamente adquiriría los perfiles de un sucedáneo de confrontación ideológica entre las fuerzas internacionales del fascismo y el comunismo, no hubiera dado una clara ventaja a los nacionales. En realidad, mientras que la ayuda soviética permitió a las fuerzas republicanas prolongar su lucha, pero poco más, las armas proporcionadas a las fuerzas nacionales rebeldes por la Italia fascista y la Alemania nazi fueron trascendentales para asegurar su éxito militar. Decisiva fue la política de no intervención de las democracias occidentales –y la determinación por parte de Estados Unidos de observar la más estricta neutralidad–, que significó que, aparte de la ayuda soviética, los republicanos tuvieran que alimentarse de migajas, mientras que los nacionales recibían regularmente suministros de armas procedentes de las potencias fascistas. Semejante desequilibrio excluiría en la práctica la victoria de los republicanos y aseguraría prácticamente el triunfo final de Franco.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

18/10/24

El terror

Por Ian Kershaw

[La de Stalin] no fue una dictadura popular. Había muchos individuos comprometidos con el régimen, idealistas y zelotes ideológicos, sí. Pero la población en general, más allá de los adoradores reales o fingidos de la figura de Stalin y de los entusiastas del régimen, fue intimidada y obligada a adoptar una actitud de truculenta calma. No se produjeron grandes turbulencias ni manifestaciones de descontento. Y, por lo que se sabe, nunca se dio ningún intento de asesinar a Stalin. El dictador era querido por muchos, pero temido por muchos más. El terror había cumplido su cometido. El terror fue el rasgo definitorio del régimen de Stalin. Nunca antes había habido un gobierno que aterrorizara a tantos de sus propios ciudadanos de una forma tan depravada y cruel.

Fuente: Kershaw, I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.

11/10/24

Emerson y Hawthorne

Por Noam Chomsky

Cuando estalló la guerra de Secesión, Emerson, que era el principal filósofo del momento, se entusiasmó con ella porque pensaba que quebraría las estructuras sociales y llevaría a una sociedad más libre. No es que estuviera a favor del Norte; estaba en contra de todas las apelaciones al patriotismo. Las criticaba y las denunciaba. Pero tenía la esperanza de que la guerra socavara las estructuras sociales represivas. En poco tiempo se convirtió en un gran entusiasta de la guerra. Escribió famosos poemas acerca de cómo los jóvenes de Harvard se dirigían a morir para cumplir su deber y su servicio con la Unión.

La mayoría de los intelectuales de Concord (Massachusetts), el principal centro intelectual del momento, se alinearon con Emerson; estaban muy a favor de la guerra. Hawthorne fue uno de los pocos que no lo hizo. En general, no dijo nada, pero hizo algo muy interesante: emprendió un viaje por el Sur en los últimos días de la guerra. Estaba claro que la Unión derrotaría al Sur. Visitó Washington. Escribió sobre Abraham Lincoln. No lo divinizó del modo que se consideraba adecuado en aquel momento; redactó un comentario algo crítico y algo favorable. Fue a campos de prisioneros en los que se retenía a los soldados sudistas. Habló con ellos. Escribió un gran artículo para el Atlantic Monthly, la principal revista intelectual de la época.

En el artículo decía, y estoy parafraseando, que estos jóvenes en los campos de prisioneros de sureños son solo gente corriente que fueron llamados a la batalla en una causa que creían que era justa. Tenemos que tratarlos con dignidad, como seres humanos honorables. En general, ofreció una imagen muy comedida de la victoria. No reclamaba ninguna proclamación entusiasta y triunfalista por nuestra gran victoria y nuestros magníficos líderes. Fue crítico y circunspecto, taciturno.

El Atlantic aceptó publicar el artículo. Pero si lo lees, está interpolado con comentarios de los editores criticando a Hawthorne por lo que dice. No alababa a Lincoln lo suficiente y era demasiado favorable a esos soldados sureños prisioneros.

Es un artículo humano y decente, y Hawthorne recibió duros ataques por él. De hecho murió poco después. No sabemos cuáles fueron las repercusiones, pero la diferencia entre él y Emerson es muy evidente.

Fuente: Chomsky, N. (2022), Resistencia, Pasado y Presente, Barcelona.

4/10/24

La geografía

Por Eduardo Galeano

En Chicago, no hay nadie que no sea negro. En pleno invierno, en New York, el sol fríe las piedras. En Brooklyn, la gente que llega viva a los treinta años merecería una estatua. Las mejores casas de Miami están hechas de basura. Perseguido por las ratas, Mickey huye de Hollywood.

Chicago, New York, Brooklyn, Miami y Hollywood son los nombres de algunos de los barrios de Cité Soleil, el suburbio más miserable de la capital de Haití.

Fuente: Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI, México, D.F.