Por Ian Kershaw
¿Habría
podido ganar la guerra la República? Una vez que se produjo el alzamiento, que
Mola se negó a aceptar los términos de una tregua, que Franco trasladó al
ejército de África de Marruecos a la Península y que los nacionales
consolidaron sus primeras ganancias territoriales importantes, la victoria de
la República resultaría cada vez más improbable y a mediados de 1937 era
prácticamente imposible. Las divisiones y conflictos de la izquierda no
beneficiaron en nada a la República. Sin embargo, no causaron su derrota.
Aunque nunca con absoluta eficacia, las fuerzas gubernamentales fueron capaces
gradualmente de combatir en una guerra defensiva larga. Pero en ningún momento
dio la impresión de que pudieran conseguir una victoria definitiva. Quizá
hubieran podido conseguirla si el carácter desigual de la intervención
internacional en un conflicto que rápidamente adquiriría los perfiles de un
sucedáneo de confrontación ideológica entre las fuerzas internacionales del
fascismo y el comunismo, no hubiera dado una clara ventaja a los nacionales. En
realidad, mientras que la ayuda soviética permitió a las fuerzas republicanas
prolongar su lucha, pero poco más, las armas proporcionadas a las fuerzas
nacionales rebeldes por la Italia fascista y la Alemania nazi fueron
trascendentales para asegurar su éxito militar. Decisiva fue la política de no
intervención de las democracias occidentales –y la determinación por parte de
Estados Unidos de observar la más estricta neutralidad–, que significó que,
aparte de la ayuda soviética, los republicanos tuvieran que alimentarse de
migajas, mientras que los nacionales recibían regularmente suministros de armas
procedentes de las potencias fascistas. Semejante desequilibrio excluiría en la
práctica la victoria de los republicanos y aseguraría prácticamente el triunfo
final de Franco.
Fuente: Kershaw,
I. (2015), Descenso a los infiernos, Crítica, Barcelona.