Por Eduardo Galeano
Iván
el Terrible nació en 1530.
Para educar al pueblo en la fe cristiana,
erigió en Moscú el gran templo de San Basilio, que sigue siendo el hermoso
símbolo de la ciudad, y para perpetuar su cristiano poder envió al Infierno a
unos cuantos pecadores, sus rivales, sus parientes:
arrojó a los perros al príncipe Andrei y
al arzobispo Leonid;
asó vivo al príncipe Piotr;
partió a golpes de hacha a los príncipes
Aleksander, Repnin, Snuyon, Nikolai, Dimitri, Telepnev y Tiutin;
ahogó en el río a su primo Vladimir, a su
cuñada Aleksandra y a su tía Eudoxia;
envenenó a cinco de sus siete esposas,
y de un bastonazo mató a su hijo, el
preferido, el que llevaba su nombre, porque se le parecía demasiado.
Fuente:
Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos
Aires.
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