25/4/25

Jruschov

Por Robert Service

Imagen tomada de https://shorturl.at/8QiNY

Apenas había algún grupo, organización o institución que no odiara a Jruschov, pues había ofendido al partido, a los ministerios económicos, a los generales, al servicio diplomático, a la intelligentsia, a los gerentes y a los organismos de seguridad. Sus logros eran innegables, en especial por lo que se refiere a la finalización del terror y al aumento del nivel de vida general. Pero no había perspectivas de que fueran a producirse más mejoras, y sus alardes futurológicos, su carácter tiránico y sus reorganizaciones obsesivas habían acabado con la paciencia de casi todos. Jruschov era un líder complejo. Era a la vez un estalinista y un antiestalinista, un comunista convencido y un cínico, un cobarde al que le gustaba darse autobombo y un filántropo irritable, una fuente de problemas y una fuente de soluciones, un colega estimulante y un pelmazo tiránico, un hombre de estado y un politicastro sin profundidad intelectual. Sus contradicciones eran fruto de una personalidad extraordinaria y de una época de experiencias extraordinarias.

Service, R. (1997), Historia de Rusia en el siglo XX, Crítica, Barcelona.

18/4/25

Los auténticos criminales

Por Noam Chomsky

[En la guerra de Vietnam], los criminales no fueron un puñado de soldados [estadounidenses] rasos enloquecidos a los que les llovían disparos por todas partes en el campo de batalla, unos soldados que no sabían si iban a estar vivos segundos después. Lo que hicieron fue horrible, pero ellos no son los auténticos criminales. … Los auténticos criminales son los tipos que planeaban en sus confortables oficinas los ataques de los B-52 sobre las aldeas, los tipos de Washington que diseñaron la genial estrategia para masacrar a los habitantes de Vietnam del Sur. Pero los medios de comunicación y todo el establishment liberal apuntaron en otra dirección. Se metieron con el soldado raso, con el débil, con el indefenso. No se puede perdonar lo que hicieron: fue horrible. Pero se les puede comprender. A los que no se puede comprender es a los mandos militares, a los generales y a los altos cargos civiles que estaban por encima de ellos; ésa es la parte que no se puede perdonar en absoluto.

Fuente: Chomsky, N. (1993), Crónicas de la discrepancia, Visor, Madrid. 

11/4/25

Hacia la muerte gritando

Por Robert Service

Según las cifras oficiales, en 1937-1938 se ejecutó a 681.692 personas [en la Unión Soviética]. Es muy probable que esta sea una estimación a la baja, pero en cualquier caso el número de muertes causadas por la represión en general fue mucho mayor porque la gente también pareció a causa de las condiciones inhumanas que padecieron durante su cautiverio. De manera provisional, se calcula que en esos dos únicos años entre un millón y un millón y medio de personas bajo la custodia del NKVD [Comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos] murió como consecuencia de los pelotones de fusilamiento, los malos tratos físicos y el exceso de trabajo. Los judíos y gitanos exterminados por Hitler sabían que estaban muriendo por el hecho de ser judíos y gitanos, mientras que el terror de Stalin era más caótico y confuso: millares de personas se encaminaron hacia la muerte gritando que eran partidarios fervientes de Stalin.

Service, R. (1997), Historia de Rusia en el siglo XX, Crítica, Barcelona.

4/4/25

Epicuro

Por Eduardo Galeano

En su jardín de Atenas, Epicuro hablaba contra los miedos. Contra el miedo a los dioses, a la muerte, al dolor y al fracaso.

Es pura vanidad, decía, creer que los dioses se ocupan de nosotros. Desde su inmortalidad, desde su perfección, ellos no nos otorgan premios ni castigos. Los dioses no son temibles porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.

Tampoco la muerte es temible, decía. Mientras nosotros somos, ella no es; y cuando ella es, nosotros dejamos de ser.

¿Miedo al dolor? Es el miedo al dolor el que más duele, pero nada hay más placentero que el placer cuando el dolor se va.

¿Y el miedo al fracaso? ¿Qué fracaso? Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco, pero ¿qué gloria podría compararse al goce de charlar con los amigos en una tarde de sol? ¿Qué poder puede tanto como la necesidad que nos empuja a amar, a comer, a beber?

Hagamos dichosa, proponía Epicuro, la inevitable mortalidad de la vida.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.